Supongo que no es tan fácil como levantarse un día y de repente decir «¡Aaaaaahora!». Si te paras a pensar, en este caso se debe todo a La Fiebre. Algunas personas somos propensas, ya sabes. Sólo eres feliz cuando tienes una Fiebre, y el tiempo entre Fiebre y Fiebre es una neblina extraña en la que, aunque no eres necesariamente infeliz, sientes cierta inquietud. Porque la Fiebre no se puede forzar, decide ella sola … y todo ese tiempo, ¿qué haces? Esperar.
Y, picotear, supongo.
Lo que tengo claro es que la Fiebre que me rescató a mí en esta ocasión, fue esta.
Comentarios recientes